miércoles, 11 de abril de 2012

Tranquilidad

Tranquilidad.
Arena blanca, fina, calentita.
El graznido ocasional de alguna gaviota.
El sonido de un barco a lo lejos.
Los rayos del Sol lamiendo cálida y suavemente tu piel.
Respiras. Aspiras lentamente y espiras aún más lentamente.
Sólo escuchas tu respiración acompasada y las olas llegando incansables hasta la playa.
Estás en el suelo. Sobre tu toalla favorita más suave.
La temperatura es perfecta.
El cielo azul tiene a lo lejos algún jirón de nubes, pero nada tapa el Sol.
Es un día luminoso. El agua es cristalina.
Puedes ver peces multicolores nadando alegremente cerca del fondo.
Respiras. Aspiras lentamente y espiras aún más lentamente.
Las comisuras de tus labios se arquean hacia arriba.
Te das cuenta de que la sonrisa tiene forma de barco.
Sientes que zarpas. Te levantas.
Te metes en el agua.
Agua fresquita.
La piel se pone de gallina.
Metes la cabeza en el agua y la sacas.
Notas un sabor ligeramente salado en tus labios.
La brisa cálida ahora te transmite frescor.
Aspiras lentamente. Te sumerges de nuevo.
El sonido se apaga. El mundo debajo del agua sigue siendo luminoso.
A poca distancia ves corales de todos los colores que conoces y de algunos más.
Emerges. Espiras aún más lentamente. Vuelves a aspirar.
Buceas hasta los corales coloreados de vida.
Los peces no huyen, confían en ti.
Sales del agua. Espiras.
Vuelves a tu toalla. Cierras los ojos y dejas que el Sol te seque.
Aspiras y espiras. Eres feliz.
Tranquilidad.