miércoles, 5 de marzo de 2014

Nostalgia y Libertad

El poeta se levantó: estiró los brazos enérgicamente, calentó las muñecas vigorosamente y se crujió los dedos con decisión.
Alzó la vista y vio una palabra que pasaba por allí. Saltó y la agarró. Le pareció que iba bien con él, así que la plantó en el papel que tenía a sus pies, y enraizó de inmediato. Cogió otra y la examinó. En el pasado era su verdad, mas no ahora. La liberó.

Vio otra, con un color azul grisáceo claro, que volaba cerca de él. Dio un gran salto y la atrapó, aunque a punto estuvo de caer en el intento. Miró de cerca la palabra, letra a letra primero, sílaba a sílaba después, en su totalidad por último. La miró desde todos los ángulos, la sintió con cada fibra de su ser. Le gustaba, pero no parecía terminar de encajar. No echó raíces.
Tenía el tinte melancólico pero esperanzador que buscaba su corazón, pero no era exactamente lo que quería expresar, así que la moldeó con paciencia y amor. De esta manera cambió una pregunta por una afirmación, un diálogo -imposible en aquel momento- por un brevísimo monólogo liberador.

Leyó lo que había cultivado. Frunció el ceño: le faltaba algo, un matiz pequeño, pero importante. Esta vez no miró al cielo en busca del vocablo perfecto, sino dentro de sí mismo, y allí estaba. Se sacó la palabra, la colocó y leyó de nuevo:

Me extrañas? faltas. Mucho.

Satisfecho, no pudo evitar sonreír, al menos por un tiempo, libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario