martes, 22 de febrero de 2011

A la deriva - 04 - Más pistas, más preguntas

Más pistas, más preguntas

Despierto... y bajo a la selva rosa y verde. Esperaba encontrarme a esos mentores que mencionó la diosa... Pero sólo hay selva y los sonidos que podía esperar de la selva: el vientos silbando entre las ramas y las hojas, el canto de los pájaros, algún rugido ocasional y lejano de algún felino grande...

Así que camino, añadiendo a los sonidos de la selva los chasquidos de las ramas y hojas que pisaba y el aleteo de los pájaros que huían por el ruido que provoco. Poco a poco, el sonido de la selva se convierte paulatinamente en sonido de costa. Los aromas salinos llegan hasta mí. Los gritos de las gaviotas también. Y, finalmente, llego a la costa. A una cala resguardada. Camino hasta que las olas alcanzan mis pies. Me descalzo para no mojar más las botas, pues la noche puede ser fría y las pulmonías en un lugar desolado no pueden ser muy buenas.
Pero de momento hace buena temperatura, y el sol ruge en lo alto con rayos de luz cegadores.
Dejo que las olas acaricien mis pies y mis tobillos mientras miro al horizonte. Y paseo por la playa, dejando mis huellas en la arena fina... huellas que las olas que me acarician borran a su vez...

Paseo, hasta que mis pies tropiezan con algo... Una piedra. Una piedra muy rara. Me agacho para recogerla y la desentierro de la arena fina y pegajosa por la humedad de la playa. Por un lado es lisa y por el otro está plagado de lo que parecen ser símbolos.
Parece arrancada o desprendida de algún lugar. Miro a mi alrededor y salgo disparado hacia donde me dicta el instinto. Parece que la tierra late bajo mis pies, y los latidos de mi corazón se sincronizan con los latidos que siento en el suelo. Vuelvo a la selva y enseguida llego a un claro, en cuyo centro hay un... dolmen, un obelisco... no sé... una gran losa de piedra, en cuya parte inferior falta el fragmento que llevo en la mano.

Lo coloco en su lugar con cuidado y las grietas resplandecen durante un segundo y desaparecen, dejando la losa intacta. Empiezo a oír murmullos, voces lejanas. Miro a mi alrededor. Me doy la vuelta y dirijo mi mirada hacia la selva. Doy un paso atrás y me tropiezo con una raíz que sobresale del suelo, me tropiezo y caigo hacia atrás golpeando la losa.

El tono rosáceo y verduzco de la selva empieza a ser rojizo y grisáceo...

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